Lamuerte está tan lejos como grande sea la esperanza que construimos",
el tema es la construcción de la esperanza.
Alfredo Moffat
Psicólogo social, psicodramatista y
arquitecto argentino.Terapista de
crisis.Nació en 1934 y es
considerado uno de los discípulos
predilectos de E.Pichón Riviere.
Participó en la fundación de la
Escuela de Psicología Argentina.
La negación de la edad es una tontería. Yo tenía miedo a esta
etapa que empieza después de los sesenta años. Ahora, que más o
menos estoy instalado en ella (tengo setenta y tres años), me doy
cuenta que se me ha simplificado la vida, y la mayor parte de las
cosas que antes me preocupaban, ahora creo que son boludeces,
pero quedó lo esencial: el amor, los hijos, la justicia social, la
solidaridad (y también el dulce de leche y la crema chantilly...)
Esta edad no está tan mal, el tema de la muerte siempre
angustia, pero yo creía que iba a ser peor. Es una tontería
hacerse el pendejo, fíjense si tuviera que ir al gimnasio, sería
todo un laburo y no podría gozar de esto de hacerme el filósofo.
Cuando cumplí sesenta años hice una fiesta en la Escuela. Y dije:
tengo dos caminos, o me convierto en un viejo sabio, o en un
viejo pelotudo. Lo último me pareció aburrido. Cuando no
asumís la edad, no gozás ni la una ni la otra.
El temor a la vejez hace que la ocultemos, que sea considerada
como algo indigno, a ocultar en un geriátrico porque ya no
servimos más.
Cuando estuve en Estados Unidos había una actriz que había
sido muy famosa, Bette Davis, que ya estaba muy viejita y tenía
el rostro con las arrugas del tiempo. Era conductora y tenía un
programa muy respetado, en el que podía decir cosas sabias,
porque estaba cómoda en esa edad, era creíble.
También en Italia, estando en una plaza de Roma, pude ver que
estaban todos los viejitos (los respetados nonos) jugando a las
cartas y tomando Cinzano, con gran dignidad, y la gente iba a
preguntarles cosas.
Pero en la Argentina, cuando llegás a esta etapa, te meten en un
geriátrico y no aprovechan la historia, que es necesaria para
construir el futuro.
En el Amazonas no hay jubilación de viejos. Yo fui hace muchos
años, de aventurero, con mochila y bolsa de dormir, y ahí
estaban los viejitos de la tribu mirando el río Xingú que
desemboca en el Amazonas. Y pensé: "Ahí está la biblioteca
nacional"... Uno sabía de partos, otro de canoas, otro de plantas
medicinales, a ellos los cuidaban mucho, porque eran los
transmisores de la sabiduría, no había transmisión escrita (se
moría el de las canoas y tenían que cruzar nadando...) Tenían
una dignidad como los que vi en la India. Allí, en el proceso de
vida, se respetan todas las etapas.
En estos países de la cultura occidental, tecnológica, donde lo
que no es nuevo hay que tirarlo, lo mismo se hace con los seres
humanos, y eso es una tontería. En la cultura norteamericana
todos tienen que ser jóvenes y lindos.
Hay una etapa de la vida en que uno es niño, otra en que es
joven, otra donde es adulto y otra donde es viejo. Nosotros
atravesamos las cuatro etapas de la vida, si negamos una, vamos
a tener problemas. Si se nos niega la infancia vamos a perder la
creatividad, si se nos reprimió la adolescencia, vamos a perder la
rebeldía.
Lo importante es seguir creciendo, es como pasar por distintas
estaciones. En cada una hay que bajarse y tomar el otro tren
(son las crisis evolutivas). Algunos se bajan en una y ahí se
quedan, no siguen en el viaje de la vida.
La concentración urbana genera la familia nuclear: papá, mamá
y uno o dos hijos, donde es tan pequeño el espacio, que no cabe el
abuelo, va al geriátrico, después tienen que mandar al nieto a la
guardería, pero ¿quiénes son los mejores cuidadores para el
nieto? el abuelo y la abuela. ¿Qué mejor maestra jardinera que
un abuelo o una abuela? Ambos están fuera de la producción,
fuera de la tensión necesaria para la lucha cotidiana, ambos
están en el mundo de lo imaginario...
En Santiago del Estero el tata viejo es un personaje muy
importante. Es el que sabe la historia de la familia, transmite la
información, los agüelos cuidan al gurí, las dos puntas de la vida
se complementan.
En nuestro país la vejez está desvalorizada, los viejos son
marginados, el cambio social fue tan brusco que su experiencia
habla de una Argentina que perdimos, si terminan en el
geriátrico, los tratan como chicos, los retan y los humillan, se
deprimen y aparecen todas las enfermedades que tienen que ver
con las bajas defensas.
En cambio, en las sociedades más sanas, esta es una época muy
rica, porque es la de la reflexión, que es parecida al juego y la
creatividad, pero ya después de haber visto la película entera y
haberla entendido.
La última etapa es lo que se llama la senectud, que a veces tiene
un deterioro grave, neuronal, de las funciones mentales. De
todas maneras, el final del proceso de la vida, que es la muerte,
es un tema negado en nuestra cultura. El final, la agonía, a veces
tiene características traumáticas, como algunos partos, al inicio.
Los humanos somos todos de la tribu de los "Uterumbas",
porque vamos del útero a la tumba.
Se puede estar en cualquier edad, incluso setenta, ochenta años,
y el que tiene un proyecto se aleja de la muerte. Eso lo vi en
Pichón anciano, él decía: "la muerte está tan lejos como grande
sea la esperanza que construimos", el tema es la construcción de
la esperanza. ¿Cómo la podés construir?, si esa historia tiene
sentido y se arroja adelante como esperanza.
Padres que no le tienen miedo a la muerte hacen hijos que no le
tienen miedo a la vida.
Alfredo Moffat - Psicólogo
"Terapia de Crisis. La emergencia psicológica"
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