viernes, 5 de agosto de 2011

CUENTOS PARA PADRES SEPARADOS ??? Pedro P Sacristán

Cuentos para Dormir: Por qué aún no he escrito cuentos para hijos de padres separados.

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Por qué aún no he escrito cuentos para hijos de padres separados.

Posted: 04 Aug 2011 05:49 PM PDT

Con cierta frecuencia padres y madres preocupados por el efecto que una separación pueda causar -o ha causado- en los hijos me piden que escriba un cuento para tratar de explicar la situación.

Y yo, que he escrito sobre infinidad de temas, no consigo pasar de la primera línea. Me planto ante el editor de texto y pienso “¿cómo le explico a un niño que el que sus padres no se quieran es normal, y que no tiene que tomárselo a mal?”. Y claro, no puedo pasar de ahí.

Porque da igual lo que yo diga. El deseo -debiera ser incluso un derecho- de todo niño es que sus padres se quieran. Para los niños el cariño de sus padres es todo. Es lo que les da la seguridad que necesitan para seguir creciendo. Así que si el cariño de sus padres se acaba, ¿cómo no va a tomárselo a mal? El niño, que es tan egocéntrico, no dejará de pensar en cuánto quedará para que el cariño de sus padres hacia él termine, y además pensará que todo eso ocurre por su culpa, pues su pequeño egoísmo no le deja ver el mundo más allá de sus circunstancias inmediatas.

Así que no hay cuento para hacerle tragar semejante “sapo” a un niño. Si las separaciones son dolorosas para los mayores, para los niños son durísimas. Por eso la mayoría necesitan una atención especial, e incluso tratamiento, para tratar de evitar los efectos negativos habitualmente asociados, como falta de autoestima, ansiedad, inseguridad, regresiones, bajo rendimiento académico, depresiones, hipermadurez, etc...

Pero mi intención con este artículo no era tratar los problemas que las separaciones originan en los niños. Baste decir que necesitarán muchííííííísimo cariño por parte de ambos padres, repetirles hasta la saciedad que el amor por los hijos es diferente y que nunca dejarán de quererles, y mantener la presencia, el diálogo y la colaboración a la hora de educarlos (condiciones, por cierto, que casi siempre son más difíciles de cumplir que resolver un problema de pareja).

Lo que yo quería es darle la vuelta a la tortilla. Porque lo que hace falta no es un cuento para los niños, sino un cuento para los padres. Un cuento que explique que los niños no pidieron nacer, y que ante ellos los padres somos responsables de quererlos y querernos entre nosotros. Un cuento que hable de cuántos problemas muy sencillos de superar provocan separaciones definitivas simplemente por desconocimiento o por no pedir ayuda -que las más de las veces se limitaría a detallar las crisis habituales de una pareja y explicar que no tienen nada que ver con falta de amor, sino con cambios importantes en determinados ámbitos de la vida que requieren cierta adaptación- o por pensar que huir de los problemas hace algo por solucionarlos. Un cuento que explique la profundidad de los compromisos que se adquieren al formar una familia, y que explique que por el hecho de “romper los papeles" no desaparecen muchos de esos compromisos. Un cuento que recuerde que amar es pensar más en los demás que en uno mismo, y que el amor se nutre del perdón y se envenena con el orgullo.

Con un cuento así seguirán rompiéndose muchas familias en circunstancias extremas, y poco se podrá hacer con las que ya están rotas, pero al menos esperaría que la próxima vez que, cansados y hartos de mil cosas, estuviéramos a punto de tirar todo por la borda, imagináramos a nuestros hijos sentándonos sobre sus rodillas para leernos el cuento titulado: “El papá y la mamá que querían tanto a sus niños, que se esforzaron por seguir queriéndose entre ellos”. Y como esto de amar tiene mucho que ver con “querer querer”, seguro que terminarían consiguiéndolo, para que la historia pudiera tener el clásico final de cuento: “y aunque les costó lo suyo, fueron felices, y comieron perdices”.