Todos la esperan para pedirle una segunda oportunidad. No es la antesala de un juzgado. Pero los presentes ponen en manos de una autoridad el futuro de sus hijos. Lía Naranjo niega que los estudiantes, que acompañados de sus padres la aguardan desde las 06:30, le pidan piedad. Son casi las 09:30, del lunes pasado. “Pobres muchachos… ofrecí ayudarles. Son de sexto curso. Imagínese lo que significa posponer una acción de vida por un año, muchos no volverán al plantel y tomarán decisiones drásticas”. La rectora del colegio Luis Napoleón Dillon, en la 9 de Octubre y Berlín, en Quito, se refiere a los alumnos que no pasaron el examen supletorio y que están por perder el año. En su oficina le piden más oportunidades. Marlon (nombre ficticio) cree que su suerte ya está echada. Se quedó a supletorios en nueve materias y no pasó en cuatro: Contabilidad Bancaria, Tributación, Estadística y Laboratorio. Su madre maestra y su padre operador de máquinas, divorciados, le seguirán apoyando. No es la primera vez que pierde un año escolar. Ya le pasó en segundo curso. “Es mi responsabilidad, me gusta jugar fútbol en ligas barriales e ir a fiestas”. No es el caso de Jorge (seudónimo). Nunca antes se ha quedado aplazado en una materia. Esta vez le faltaron puntos en Tributación. Esto pese a asistir al taller de refuerzo, los días posteriores al fin de clases, previo al supletorio. “El profesor nos mandó un trabajo y nos tomó dos pruebas, pero en la segunda nos preguntó otras cosas. Nunca entendí esa materia, las cuentas, los valores... Les di más importancia a las asignaturas de grado”. Su padre, mecánico automotriz, lo acompaña. “Toca apoyarle. Ojalá vean que por una materia es injusto que repita el año”. Él por ejemplo, al necesitar puntos en Tributación, solo tuvo que asistir dos días (viernes y lunes). El maestro les envió un trabajo y les tomó dos exámenes. Según la Rectora, un 10% de 2 500 alumnos rinde supletorios. Y hasta el 3,5% pierde el año. Señala que está por proponer una reforma al sistema educativo: un modelo alternativo de evaluación por competencias. En el Becquerel, donde estudian 400 alumnos con una pensión mensual de USD 200, hay quimestres. Al final del primero, es decir a mitad de año, hay un examen de recuperación, que “Un supletorio a fin de año es una actitud conformista. El alumno dirá no cumplí ahora, lo haré después. Es malo como sociedad aceptar que no importa lo que hagamos mal, que se puede remediar después”. A diario, si un estudiante saca una mala nota en un trabajo o una prueba puede quedarse para Si un examen tiene 60 items, sacan A quienes aciertan entre el 91 y el 100% de las respuestas. F es igual a insuficiente (de 60% para abajo). No entregan las tradicionales libretas o reportes sino hojas que explican el por qué de una nota. Cada materia tiene un despliegue con los aportes, por fechas y comentarios como “no presentó la tarea”. En el año lectivo 2008-2009, el Becquerel no registra repetidores de año. Su proyecto educativo establece que cuando un alumno no completa el puntaje en una asignatura debe hacer un curso de 80 horas de clase en vacaciones, un trabajo y dar un examen al inicio del siguiente ciclo. Las materias problema suelen ser matemáticas e inglés. Las pruebas son solo una parte de una evaluación más amplia. El año está dividido en nueve períodos, evalúan desempeño (autoevaluación), producción en clase (trabajos y proyectos), pruebas y tareas de casa. Para exonerarse necesitan 44 puntos, 15 por trimestre en el centro que cobra USD 200 al mes. En el último trimestre hacen trabajos especiales, con la tutoría de profesores, para quienes tienen problemas en una materia. “Son estrategias de recuperación, no de puntaje, sino de contenidos, de competencias”.
Guillermo Rosero, rector del colegio fiscal Mejía, cuenta que su sistema de promoción es global. Los jóvenes no pierden el año por asignaturas. ”Si hay 15 asignaturas no es pedagógico que pierdan por una sola”. Califican el esfuerzo general. Para promocionarse al curso inmediato superior deben sacar el 75% del 100%, cada asignatura tiene un porcentaje que se calcula según la carga horaria. En promedio de primero a sexto perdieron 250 de 5 000 estudiantes, en el 2007- 2008, más los de tercer curso. Alentar y mostrar afecto ante una actividad que indique un progreso de la habilidad y no el rendimiento perfecto del ejercicio, sugiere la experta Rosa Blanca Rovere, profesora en Psicopedagía de Uruguay. En el colegio Becquerel usan el estímulo positivo. No castigan, si hay un error o una falta preguntan por qué sucedió. Le hacen sentir que confían en él, en su inteligencia y bondad. Hay chances para aprender Lea un informe completo en la edición impresa de EL COMERCIO, sección Sociedad |
sábado, 18 de julio de 2009
LAS EVALUACIONES EN ECUADOR!!!! Un ejemplo!!!Diario ELl Comercio
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